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En el frontón de la fachada
occidental se representaba la contienda entre Atenea y Poseidón por el
Ática, ambos hieren con sus armas el suelo de la Acrópolis, pero ofrecen
a los atenienses sus dones más preciados: la diosa hace brotar el olivo
de la roca y Poseidón ofrece el caballo.
Se supone que aquella
contienda se desarrolló en el mismo escenario de la Acrópolis en
presencia de los primeros habitantes, Cécrope y Erecteo, también
representados.
En las esculturas del
frontón oriental, dice Pausinias, que se representa el nacimiento de
milagroso de Atenea de la frente de Zeus abierta por un hachazo
de Efecto, de cuya herida nace la diosa que es coronada como
"Niké" en presencia de los dioses y otras figuras, como las
Horas y las Parcas, deidades que presiden el nacimiento y la
muerte. |

Frontones del
Partenón (AMPLIAR) |
También se encontraban
cabezas de caballos que ocupaban los ángulos más agudos del frontón. Los
cuerpos desnudos, más que dioses son el prototipo de la masculinidad de
la época, donde la sobriedad simplificadora aporta al mármol formas
puras que le confieren vitalidad y humanidad.
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Las escultura
femeninas van vestidas, pero en ellas se manifiesta sutilmente
su personalidad a través de los pliegues de sus túnicas.
Las Parcas,
deidades fúnebres, muestran adaptadas a sus cuerpos los pliegues
finísimos de sus ropajes transparentes. |
Los vestidos de Iris
y de la Victoria, que habitan aquí en el suelo, se izan los pliegues a
impulsos del viento, en contraste con los planos de tela serena que
adorna la figura de la diosa olímpica Hebe, sobre los que se posan los
rayos solares.
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Los espacios vacíos
que aparecen entre los grupos escultóricos que han sobrevivido se han
reconstruido llenándolos de dioses y diosas.
En algunos lugares el suelo
se ha reforzado para poder contener más peso, es posible que allí se
insertaran los carros.
Es posible que aparecieran dos carros. Uno para Hefesto y Ilicia, la diosa de los nacimientos.
Y, son duda, junto a
Helio y Selene debería haber varios tiros de caballos. Los dos carros de
Helio y Selene forma parte de una idea audaz: en ambas esquinas, en una
Helio, Selene en la otra, no aparecen, como era habitual reclinadas,
sino que ambos dioses y sus caballos surgen del mar, para Helio o se
hunde en el mar en el caso de Selene. |
En cuestión
estilística se aprecia una variación formal de estas esculturas en
comparación con las de Olimpia, mientras que los desnudos de
Olimpia son sencillos, potentes y carentes de énfasis, el desnudo
masculino del Partenon, identificado con un dios fluvial es dramático. Debemos añadir
que el tratamiento de las vestiduras es completamente diferente, Olimpia
presenta los últimos coletazos del Arcaísmo, el Helio del frontón
oriental es relativamente sencillo, pero la cosa cambia cuando llegamos
a Selene, los paños revelan las impresionantes formas musculosas que se
aprecian bajo ellos, los paños agitados por el efecto del viento
anticipan un estilo que se impondría a lo largo del siglo, retornando al
virtuosismo del primer arcaico pero con una técnica diferente: llegaban
los paños mojados.
Sólo dos cabezas se
han conservado de las estatuas de los frontones del Partenón: una es la
del joven recostado que se suele designar con el nombre de Teseo; la
otra es una cabeza femenina que se cree fuese la de la Victoria. Ambas
cabezas son de una simplicidad sublime, pero todavía bien humana, ya que
la forma no se estiliza; se idealiza lo que es eterno e inmortal en la
faz de cada sexo.
La misma idealización aparece en las cabezas de los
caballos.
Acaso se les podría reprochar únicamente una excesiva
transfiguración de su tipo, pero así y todo, serán siempre el ideal de
su raza, el arquetipo del caballo, la idea pura de su forma que pedía
Platón para las obras de los artistas. |

Cabeza de ¿diosa?.
Partenón |
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