Yo dato, tu datas, él data....

Nuestros problemas de identidad con las fechas y los sistemas de datación

Isabel Prieto González

Es evidente, sin entrar en complejos conceptos filosóficos que el tiempo pasa y que los seres humanos nos damos cuenta. En una  vida media un individuo tiene recuerdos propios, sin embargo el conocimiento de su entorno y sus ancestros le produce una serie de indicios sobre el pasado mas reciente.

La Historia y su estudio nos lleva más lejos, y cuanto más nos sumergimos en el pasado más endebles son nuestras fuentes y mas inseguros nos encontramos tanto en la interpretación de los hechos y a la hora de colocar los sucesos en un espacio temporal.

Muchas veces el estudio del pasado nos sorprende, no es necesario conocer los hechos a nivel de un diario, aunque, mentiríamos, si no reconociésemos que es nuestro mayor deseo, como historiadores. Sin embargo autores como Thomsen o Worsae dieron un gran paso cuando lograron realizar una secuencia evolutiva al afirmar que los útiles del viejo mundo se sucedían en una edad de piedra, bronce e hierro.

Esas secuencias culturales y  cronológicas nos dan un indicio de paso del tiempo, y la necesidad de  conocer un método que nos permita datar los sucesos históricos. 

La mayor parte de los sistemas de medición de los seres humanos se cuantifican en años desde los relojes del sol, arena o agua hasta llegar a los relojes radiactivos la medición del tiempo ha evolucionado.

Después de aceptar que la mayoría de los humanos medimos el transcurso del tiempo en años, debemos buscar un comienzo de esas mediciones.

Los cristianos tienen una  fecha paradigmática, al año 1 d.C., momento del supuesto nacimiento de Cristo (aclarando que no existe el año O, cuestión polémica cuando intentamos decidir si el siglo o el milenio termina o empieza en el 2001, 2000 0 1999), lo sucedido antes de esta fecha, pues se cuenta hacia atrás, y se denominan año a.C.

Claro que si hubiéramos nacido en la Grecia clásica, eso de usar la fecha del nacimiento de Cristo hubiera sido problemático, pero los griegos, geniales como siempre también se buscaron un año para comenzar a  contar sus inventos, sus hechos, sus guerras y otros pequeños asuntos que necesitaban una fecha, su punto teórico de partida fue el año 776 a.C. ( se puede comprobar que de nada les valió la fecha, nosotros decidimos encuadrarla en en nuestra era teórica). ¿Qué pasó en el 776 a. C.?, No nació Homero, ni se creó la polis, simplemente decidieron celebrar su primera olimpiada, (las nuevas son mas modernas mas o menos a principios del s. XX d.C.), Los árabes decidieron que lo de la era cristiana, no le parecía como muy significativo, unilateralmente, como antes hicieron los romanos con la ordenación griega, pensaron la fecha de la salida de Mahoma de La Meca era más significativa, la Hégira, que sucedió en el 622 d.C. (y seguimos citando en la era cristiana), fue considerado su año de inicio de calendario.  Podemos continuar hablando de eras, porque este inicio no les convenía a los chinos, ni a los japoneses, ni a los mayas ni a los egipcios.

Claro las fechas sobre sucesos históricos regionales, por muy importantes que parezcan se enfrentaron no con una invasión, ni con una revolución. Después de años de buscar un hito histórico que unificara la medición del tiempo, nadie se consideró mas importante que otro. La unificación vino de parte de los científicos. Estos medían la antigüedad desde métodos nada románticos, aparecieron  palabros como carbono 14, termoluminiscencia, isótopos de no se que, anillos de árboles, y muchas mas. Claro que también necesitaban un punto de partida, quizá: San Isótopo de Radio, mártir y santo, ?no!,  era irreverente, el día en que nació  M. Curie, tampoco, entonces hablaron de BP, algo así como before present, antes del presente, fecha aproximada en que Libyy descubrió  el primer método radiactivo, el radiocarbono). Decididamente era un punto de partida mas democrático. Se me olvidaba, esa fecha de inicio, es el año 1950.

INTRODUCCIÓN A LOS SISTEMAS DE DATACIÓN

Podemos contemplar miles de objetos apiñados en las vitrinas de los museos. La más hermosa cerámica, la joya mejor tallada o el conjunto funerario mas espectacular serían simples objetos carentes de valor. Aportarían una información escasa si no conociéramos el marco temporal al que pertenecen.

 

Una de las primeras preguntas que surgen al contemplar un objeto antiguo es ¿cuantos años tiene?. y una de las obsesiones de los historiadores, después de medir, pesar, dibujar, contabilizar e incluir en un informe, es rellenar un pequeño apartado de la ficha: CRONOLOGÍA: aprx.

 

Tras descubrir la edad de las cosas, tendemos a fechar las culturas y comienza la pesadilla. Todos recordamos la mala prensa que tienen las fechas. Cerramos los ojos y ¿ que ocurrió en el 1212, era la batalla de Trafalgar, la Guerra de la Independencia, la Jura de Santa Gadea o las Navas de Tolosa?. ¿Cuándo se firmó la Paz de las Damas?. ¿la Batalla de Kadesh fue en el 1300 y pico, pero antes o después de Cristo?. Unos cuantos dolores de cabeza mas tarde, dibujados cientos de cuadros cronológicos llegamos a una conclusión: ¿por que las todas dataciones no son tan claras y fáciles como las del Paleolítico?:" Aprox. entre el 45 000 y el 23 000 antes del presente", ¡ no nos tenemos que acordar del año O !.

 

¿ Cómo se data el pasado?

 En el siglo XVIII en Europa se creía, sin sombra de duda, que  el mundo se había generado por inspiración divina.  Incluso el arzobispo de Armagh, James Ussher afirmó que la Tierra fue creada en el 4004 a.C., realizando un cálculo desde la aparición de Adán. Otro colega fue más lejos, John Lightfoot, sin ningún rubor ajustó la fecha a las 9 de la mañana del día 23 de octubre, que coincidía con el inicio del año académico de Cambridge. Los artefactos más antiguos tenían unos 6000 años de antigüedad.

¿Cómo se comenzó a datar el pasado?

En los primeros momentos fueron muchos lo métodos que se usaron para establecer la antigüedad de los artefactos hallados.

Una de las técnicas que se aplico fue el sistema denominado de las Tres Edades que representó un auténtico hito en la datación de las culturas.

 

Los antiguos escritores chinos ya habían sugerido la existencia de una sucesión de edades basadas en la composición de  los artefactos. A la edad de Piedra le seguiría la de Bronce y la de Hierro. Cronología que se sigue manteniendo en la actualidad.

En el año 100 a.C. Yuan Kang aludió a las edades sucesivas de piedra, jade, bronce e hierro. Con la modificación de dividir la Edad de Piedra en Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, esta división se mantiene inalterable.

 A esta división se añadió en el siglo XIX la estratificación, basada en la idea general que lomas antiguo esta debajo y lo moderno se superpone. Una teoría basada en la superposición de depósitos.

El sistema de las Tres Edades se perfeccionó mediante el análisis cuidadoso de las características estilísticas de los artefactos. Teniendo en cuenta las diversas formas de evolución de dicho artefacto, en un periodo concreto, de un tipo particular de objeto, muchas veces armas, que de una forma relativamente sencilla se han ido modificando para conseguir un elemento mas eficiente y eficaz.

 Estos criterios estilísticos se aplicaron a las cerámica y realizar una serie de secuencias cronológicas.

También se aplico a la escultura y, en general, a todo tipo de objetos artísticos.

A la izquierda: evolución  de la alabarda china Ko, especialmente las alteraciones que sufre en la zona  central y en el extremo  posterior.

Es una secuencia temporal que comienza en la dinastía Shang y termina en  el periodo de los Estados Guerreros  (aprox. del 1400 al 200 a.C.).

Los denominados métodos científicos de datación no comenzaron y se desarrollaron hasta hasta el presente siglo. Sin embargo antes de estas técnicas. Se aplicaron los datos proporcionaron por la documentación histórica. Para lo cual es imprescindible la existencia de escritura.

Figura de la derecha: Tablilla de arcilla que recoge  los reyes de Sumer y Akad, en escritura cuneiforme      (aprox. 1817 a.C., de una altura de  20 cm.)

La escritura  apareció en Mesopotamia aproximadamente en en 3200 a.C. y pronto se aplicó para realizar registros históricos, por ejemplo: listas de reyes.

Las tablillas de arcilla y las inscripciones monumentales han sido muy útiles para datar la fecha de los yacimientos y los depósitos arqueológicos.

Si la conservación ha sido buena se han encontrado cartas sobre soporte de madera, tela, pergamino o papiro, relatando acontecimientos históricos o hablándonos de personas, que  pueden ser encuadradas en su momento histórico.

 

 

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