TUMBA DE SERVILIA: Indicios de un enterramiento con ritual egipcio

en la necrópolis romana de Carmona

 

 

 

La utilidad ritual del corredor pintado:

Más arriba se ha hecho una alusión somera al “Libro de los Muertos”, pero es necesario ahondar en algunos otros detalles de su contenido para comprender funcionalidad del corredor. Por ejemplo, aclarar que los antiguos egipcios no denominaban “Libro de los Muertos” al citado compendio de diversas oraciones o fórmulas esotéricas con el que se hacían enterrar. El nombre que ellos dieron a estos textos, con supuestos poderes mágicos, puede traducirse por “salir al día” o “salir a la luz”, lo que viene a significar escapar de la oscuridad-muerte, para acceder a la placidez de la vida bañada por la luz solar. Pero “salir a la luz” no era tarea fácil, pues consistía en completar un camino iniciático plagado de peligros a superar.

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TUMBA DE SERVILIA

 

 

Necrópolis de Carmona

(AMPLIAR) 

 

 

 

1c. Planta Tumba de Servilia

(AMPLIAR)

 

Principales estancias, Tumba de  Servilia

(AMPLIAR)

 

 

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El corredor pintado recuerda mucho el camino citado: partiendo de la oscuridad absoluta del interior del sarcófago situado en el centro de la cámara cupuliforme, el alma de Servilia tendría que superar el peligroso trance del pesaje de su corazón, antes de llegar, apta para la regeneración, hasta la puerta clausurada de la tumba. Una protección para el cuerpo que a su vez, era un sólido obstáculo para el renacimiento al mundo material conocido, pero la religión egipcia lo tenía todo previsto. Ni siquiera un cerramiento de piedra impedía al alma beatificada conseguir la meta de volver a gozar del mundo de los vivos. Para lograrlo, los sacerdotes habían diseñado las llamadas “estelas de falsa puerta” que, colocadas en la tumba, permitían salir y entrar mágicamente al alma de su propietario, impidiendo, a su vez, el acceso al resto de los espíritus. Sabiendo esto, el corredor encaja perfectamente en el plan general de la obra, porque se dispuso para que el alma aterrada de Servilia superara el pesaje del corazón, repitiendo la escena pintada en la pared. Luego, dejando atrás las tinieblas de la muerte, su espíritu beatificado estaría en condiciones de cruzar la puerta para salir hacia la tenue luz de la galería: Obrado el prodigio, Servilia, renacida, se reconfortaría ocupando la estatua unos momentos antes de volver a disfrutar del esplendor luminoso de Ra, dios resplandeciente y supremo de egipcios.

Casos análogos al del sepelio de Servilia citados en antiguos textos o estudiados por diversos arqueólogos:

¿Por qué esta dama no fue incinerada siguiendo la costumbre de sus conciudadanos de Carmona? Es sabido que durante el siglo I en Roma se embalsamaron los restos de mujeres tan importantes como Sabina Popea, esposa de Nerón, la cual fue enterrada en el mausoleo de Augusto; o Ania Priscila, la mujer de Flavio Abascanto, secretario del emperador Domiciano, que también fue depositada en un sarcófago de mármol.

No sabemos qué motivos llevaron a sus deudos a intentar la incorruptibilidad de los restos de estas señoras, pero el hallazgo fortuito de la tumba inviolada de Aebutia Quarta y su hijo Tito Carvilius, muertos a finales del siglo I, viene a iluminar la penumbra que envuelve el entierro de Servilia. Al igual que la dama carmonense, esta rica mujer romana y su hijo fueron depositados en sendos sarcófagos que, con anterioridad, habían preparado dentro de su hipogeo, por cierto, desprovisto de columbario igual que en el caso de Servilia.

XXIIa, Bambina de Grottarossa, cuando se descubrió

El análisis de sus cuerpos reveló que antes de ser enterrados los dos habían pasado por las manos de un embalsamador que usaba el sistema oriental, con mirra y colofonia. Luego, sus cuerpos fueron ricamente ornamentados, pero, aún siendo indudablemente romanos, a ninguno de los dos se le insertó en la boca la moneda para pagar a Caronte el viaje, según la costumbre clásica. El exterior del sarcófago de Aebutia estaba tallado con relieves exóticos, alternando palmeras y casetones adornados con guirnaldas floridas. Ratificando el gusto de la señora por lo egipcio, en el interior del sarcófago apareció la pepita de un dátil de procedencia norteafricana[10]. La investigación histórica sobre la filiación de estas personas[11] dio como resultado que Aebutia se casó en primeras nupcias con un miembro de una riquísima familia ecuestre que gobernó África. Fuera de la tradición funeraria romana, el embalsamamiento, la pepita de dátil y las palmeras labradas en el sarcófago se justifica al saber la importante conexión que tuvo con Egipto la primera familia política de Aebutia, con la que esta señora emparentaría al comienzo de su adolescencia, pudiendo haber conocido la religión isíaca a través de ellos[12].

XXIIb, Bambina de Grottarossa, en la actualidad

 

Otro descubrimiento casual demuestra que la costumbre de origen egipcio de embalsamar los cadáveres seguía practicándose en Roma durante el siglo II. En 1964, unas obras realizadas en la Vía Cassia de Roma, pusieron al descubierto un sarcófago que contenía el cuerpo de una niña de ocho años perfectamente conservado (Láminas XXIIa y XXIIb).

Tanto que, al abrirlo, la niña así enterrada aún conservaba el color natural de la piel. Su magnífico estado de conservación facilitó reconocer su origen étnico: caucásico, del centro o el norte de Italia, cerrando toda posibilidad de que hubiera tenido un origen exótico que condujera a este tipo de entierro.

 Su concienzudo embalsamamiento incluso posibilitó el diagnóstico de las enfermedades que había sufrido durante su corta vida, y la final, una pleuritis fibrinosa bilateral que le causó la muerte. Esta niña romana fue engalanada con lujo para su vida futura con un par de pendientes, un anillo y un collar, todo ello de oro, y la embalsamaron usando el último método empleado en Egipto, su recibió los cuidados de una perfecta momificación, sin ser eviscerado.

CONCLUSIONES

Después de analizar, in situ, la Tumba de Servilia y las piezas procedentes de dicho monumento que se custodian en el Museo de la Necrópolis romana de Carmona, así como de realizar las consultas bibliográficas pertinentes, concluimos que la tumba estudiada se proyectó para consumar un programa completo de regeneración tras la muerte, ajustado a pautas religiosas de origen egipcio, como evidencian las peculiaridades presentes en ella:

a) Sepelio por inhumación, con depósito del cuerpo en un sarcófago: un hecho poco común dentro de las costumbres romanas de la época.

b) Dentro de complejo construido, al ámbito puramente sepulcral se le dio una orientación occidental: exactamente hacia el punto cardinal donde se situaba el reino de Osiris.

c) Zona de enterramiento compuesta por una amplia cámara para el sarcófago, un pequeño anexo para ofrendas -no columbario- y un corredor con restos de una pintura en los que se aprecian los elementos imprescindibles en la ceremonia previa a la resurrección de una dama, probablemente un retrato de Servilia, que protagoniza el pesaje de su propio corazón, según la creencia faraónica.  

d) Presencia de dos cerramientos sobre sendos umbrales de piedra negra, en memoria del color atribuido a Isis/Osiris y a la resurrección que representaban, recordando la inviolabilidad de los dos espacios sacralizados dentro del monumento: en la entrada al hipogeo fúnebre -corredor pintado, sala del sarcófago y cámara de ofrendas-, y clausurando el edículo de la galería destinado a la estatua de Servilia, convertida en un duplicado de su cuerpo para servir de reposo alternativo a su ser inmortal. 

 


[10] La aparición de pepitas de dátiles en antiguos enterramientos del Oriente Próximo se considera como una ofrenda para los dioses.

[11] A cargo de Elizabeth Fentress, arqueóloga.

[12] La egiptóloga Joan Fletcher, de la Universidad de Oxford, estudió los cabellos de Aebutia y Tito. En los del joven encontró grandes cantidades de arsénico y, en los de la madre, nódulos de caseína procedente de la saturación por leche de vaca. Flecher opina que la presencia de los nódulos de caseína, cosa poco común, pudieran estar relacionados con el culto a Isis, en el que la leche se utilizaba abundantemente.

 

 BIBLIOGRAFÍA

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PIES DE LÁMINAGRAFÍAS

 

 

 1b.- Vista panorámica de la Tumba de Servilia.

 1c.- Planta de la Tumba de Servilia. Dibujo publicado por Manuel Bendala.

 2.- Galería desde el corredor. (Fotografía de la autora).

 3.- Sala cupuliforme con acceso a la dependencia cúbica. (Fotografía de la autora).

 4.- Detalle de la puerta a la sala cúbica, en cuyo fondo se aprecia el poyete. (Fotografía de la autora).

 5.- Umbral de mármol negro separando el corredor de la galería y ranuras en las paredes para acoger el antiguo cierre. (Fotografía de la autora).

 6.- Caldero sobre una mesa, pintado en el corredor. (Fotografía de la autora).

 7.- Dos manos sujetando una palma arqueada sobre una mujer. Pintura en el corredor. (Fotografía de la autora).

 8.- Retrato de mujer, supuestamente Servilia, en la pintura en el corredor. (Fotografía de la autora).

 9.- Balanza de dos platos, en la pintura difusa del corredor. (Fotografía de la autora).

10.- Dibujo del panel pintado en el corredor, según Juan Rodríguez Jaldón.

11.- El mismo panel tras la última restauración. (Dibujo de la autora).

12.- Escena de psicostasia del papiro egipcio de Sha-My.

13.- El dios Anubis, con una palma en la mano, de un pilar de la tumba anónima nº 40 del Valle de las Reinas, en Luxor (Egipto).

14a.- Máscara de Anubis con mandíbula móvil, usada por los sacerdotes en los rituales funerarios de época grecorromana. de la época 

14b.- Otro modelo de máscara destinado a idéntica funcionalidad.

14c.- Sacerdote vestido de Anubis en un mosaico procedente de la ciudad de Thysdrus. Museo de Sousse (Túnez). (Fotografía de Jesús Trello).

15a.- Ritual divino realizado por Isis y Neftis sobre un difunto momificado Pintura de una tumba de la necrópolis romano-ptolemaica de Tigrane-Pachá, Alejandría (Egipto). (Fotografía de Jesús Trello).

15b.- El recién resucitado saluda a Isis con una palma en cada mano.

15c.- Conseguida la plenitud, el muerto renacido accede a la nueva existencia, sujetando dos palmas. 

16.- El corazón de Servilia en un platillo de la balanza en la pintura difusa del corredor. (Fotografía de la autora).

17.- Un amuleto egipcio de corazón hecho en fayenza azul.

18.- Balanza pintada en el corredor, donde se atisba una mano elevando el extremo del brazo del que pende el paltillo con el corazón de Servilia.

19.- Edículo de la galería con los restos del sarcófago. (Fotografía de la autora).

20.- Estatua femenina atribuida a Servilia, procedente de su tumba (Expuesta en el Museo de la Necrópolis romana de Carmona. (Fotografía procedente del artículo de Jorge Maier Allende:”Imagen historiográfica de la Carmo Romana”).

21.- En primer plano, peldaño de mármol negro del edículo de la galería, al fondo se ven los restos del sarcófago.

22a.- Momia romana conocida como “La Bambina de Grottarrosa”, en el momento de su descubrimiento.

22b.- La Bambina de Grottarossa en la actualidad.

 

 

 

 

 

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