Afortunadamente algunos de los detalles pintados hace unos dos mil años todavía
pueden identificarse con fiabilidad.
A la izquierda de la escena puede verse una
mesa con un recipiente de boca ancha, que por su aspecto pudiera ser de cerámica
o bronce, el cual parece contener un líquido (Lámina VI).
Avanzando hacia la derecha hay una zona totalmente perdida, a la que sigue el
trozo de estuco policromado más grande y mejor conservado.
A partir de la
rotura, del borde del estuco emergen dos manos sujetando erguida una palma verde
(Lámina VII) arqueada sobre el perfil de una
elegante mujer (Lámina VIII), que desde el
descubrimiento de la tumba se consideró un retrato de la dama hispano-romana
llamada Servilia, en cuya memoria se erigió el monumento funerario. |

VI.
Caldero, pintura |
La mujer,
que sólo es visible hasta la cintura, tiene la mirada puesta en una balanza que
parece flotar delante de ella (Lámina IX). Por
encima del conjunto, más arriba de la palma, se perciben restos de una franja de
unos treinta centímetros de pintura azul verdosa, muy oscura, que podría haber
enmarcado toda la escena.
X. Dibujo antiguo del
panel del corredor |
Antes de
que el arquitecto sevillano Alfonso Jiménez efectuara la última limpieza y
consolidación de estas pinturas,
lo que hoy podemos asegurar que es una la balanza eran sólo visibles tres líneas
convergentes en su extremo superior (Ilustración X).
Lo insólito de la representación dentro del ámbito funerario romano llevó a
falsas interpretaciones, siempre apoyadas en que esta era una escena doméstica.
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En cambio, ahora, teniendo la evidencia de que se trata de una balanza completa,
habrá que cambiar este concepto.Ya no estamos ante el retrato de una señora
acomodad que entretiene su ocio charlando con amigas o tañendo un instrumento de
cuerda, como se ha dicho, y lo que estamos contemplando es algo mucho más
trascendente:
Servilia, después de muerta, se está sometiendo a un juicio que
habrá de determinar si es digna de conseguir la vida eterna
(Ilustración XI).
La aseveración es tajante
porque todos y cada uno de los elementos conservados se ajustan al ritual del
pesaje del corazón que los egipcios usaron al representar su ansiado paso a la
otra vida, y no nos deben confundir el estilo y la técnica empleados en su
ejecución, puramente romanos, con el contenido intrínseco de la obra.
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XI Dibujo del
mismo panel en la actualidad, realizado por la autora (AMPLIAR) |
La aparente ausencia de materiales arqueológicos asociados con un templo
dedicado a los cultos orientales en Carmona, como bien apunta Jaime
Alvar ,
no significa que sus habitantes fueran indiferentes a una religión que había
prendido con fuerza en las costas mediterráneas, muy especialmente en la capital
de Imperio y en la Bética hispana. De modo que, siguiendo su criterio, habría
que sospechar la implantación de cultos nilóticos en esta ciudad tan importante,
máxime si examinamos a fondo los detalles arquitectónicos y los restos de
pinturas del pasillo de la Tumba de Servilia.
La
relación existente entre la psicostasia faraónica y los elementos visibles de la
pintura del corredor de la tumba de Servilia:
Los papiros
funerarios del Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.) recogen abundantemente las
secuencias de psicostasia, desarrollada en este orden: después de la
purificación del cuerpo embalsamado por medio del agua, se procede a darle
sepultura, rodeado de sus enseres más preciados, mas los alimentos y bebidas que
pudiera necesitar en su nuevo y misterioso estado. Ahí termina el aspecto
material del enterramiento. Pero al espíritu del muerto le quedaba un largo y
peligroso camino por recorrer, que también se plasmaba en las antiguas imágenes.
Así vemos cómo la parte intangible del ser humano es guiada por Anubis, deidad
protectora de las necrópolis, hasta La Sala de las Dos Verdades, donde el mismo
dios vigila se ocupa del fiel de una balanza que ha de decidir el futuro del
recién ingresado en le mundo de ultratumba (Lámina XII).

XII.
Escena
de psicostasia
del papiro egipcio de Sha-My.
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En un platillo de esta balanza se deposita el corazón del finado, órgano
considerado depositario de las obras y pensamientos que tuvo en vida; en el otro
platillo, a modo de contrapeso, se utiliza una ligera pluma de avestruz en
representación de la Maat, señora de la Verdad la Justicia y el Orden Cósmico.
Como notario del acto actúa el dios Thot. Si el corazón está libre maldad -cosa
que siempre ocurría siempre en estas hermosas viñetas- otro dios, Horus,
presentaba al aspirante ante el supremo Osiris, entronizado como dueño y señor
del mundo de la regeneración o resurrección, dispuesto a hacerle partícipe de su
reino de ultra tumba. |
Aunque este
patrón, tantas veces reproducido por los escribas, tiene otra versión textual en
el capítulo CXXV del Libro de los Muertos, donde se denomina Confesión Negativa,
en la que están presentes las diosas clónicas Isis y Neftis simbolizando los
Ojos de Osiris, reconociendo el protagonismo mágico que ambas diosas tenían en
el proceso de la momificación y en el despertar a los muertos.
Conociendo
estos antecedentes ahondemos ahora en el mensaje litúrgico que contienen los
elementos pintados en el pasillo de la Tumba de Servilia.