Sin
embargo, comparando la semejanza de estos restos con los elementos básicos que
componen las psicostasias de la religión osiríaca, se comprueba que la pintura
plasmada en el corredor encaja perfectamente con las creencias funerarias de los
antiguos egipcios y su modo de representarlas. Reforzando esta evidencia, el
conjunto arquitectónico cuenta con otros elementos precisos para reforzar la
teoría de que la decoración del corredor no es un hecho casual y aislado dentro
del monumento, sino que toda la construcción formó parte del plan litúrgico
completo que necesitó Servilia para conseguir la vida eterna.
DESARROLLO
La ciudad
de Carmona, ubicada a unos 30 Kms. de Sevilla, debido a la posición estratégica
de la meseta rocosa sobre la que se asienta y a las posibilidades agrícolas de
la extensa vega del río Corbones que la rodea, ha incentivando el desarrollo de
colectivos humanos, al menos desde el Neolítico. Su orografía, que la hace
inexpugnable en casi todo su perímetro, se vio reforzada durante la etapa
tartésica con una torre defensiva, edificada en la parte sudeste que es donde
falta la protección natural.
Cuando Carmona se convirtió en una colonia cartaginesa, los invasores
africanos levantaron un magnífico baluarte sobre la antigua torre, que
se volvió a retocar durante la romanización de la ciudad y en épocas
posteriores.
Este monumento conocido actualmente como Puerta de Sevilla y es una de
las joyas arquitectónicas de la ciudad.
Saliendo por dicho bastión hacia la llanura, se conservan otros dos
monumentos romanos importantes: el anfiteatro y una necrópolis con
enterramientos fechados en los siglos I y II d.C.
(Lámina Ia). |

1a.- Vista aérea de
la necrópolis romana de Carmona. |
Esta
necrópolis, descubierta por el arqueólogo Jorge Bonsor en el año 1868, debe su
interpretación al meticuloso trabajo de Manuel Bendala Galán, publicado el año
1976, y el estudio de las pinturas de la Tumba de Servilia, a una colaboración
entre éste mismo autor y Lorenzo Abad Casal, la cual vio la luz un año antes.
Sin entrar
en descripciones exhaustivas, diremos a grandes rasgos que la Tumba de Servilia
está compuesta por dos ambientes muy bien diferenciados entre sí. El de mayor
tamaño, y a cielo abierto, es un gran patio rectangular porticado y excavado en
la roca natural, con un pequeño estanque central (Lámina
Ib). El otro, adosado al patio por los lados noroeste y suroeste, es un
recorrido hipogeo de traza desigual, donde se suceden cámaras y pasadizos que
aportan a la tumba su aspecto más original (Lámina Ic).
La
galería:
El lado noroeste estuvo compuesto en su totalidad por una amplia galería
cubierta por una bóveda de cañón rebajada, hoy parcialmente hundida. La pared
que la separa del patrio está provista de tres puertas y cuatro ventanas de
comunicación con el espacio a cielo abierto (Lámina II)
y, en la pared opuesta, la galería tiene un edículo. |

II.
La Galería |
El
edículo:
Se encuentra a mitad del recorrido de la galería, en la pared ciega, y es una
cámara de planta rectangular, igualmente abovedada y en mejor estado de
conservación que la galería. La importancia de esta elaborada oquedad se resaltó
por un marcado umbral de mármol negro que forma un peldaño. Este recinto estuvo
provisto de un cierre,
hoy inexistente, pero que dejó el testimonio de su presencia en las ranuras
verticales abiertas en el alcor natural, una a cada lado del escalón de mármol
negro que resalta la entrada.
Los tres
espacios subterráneos del lado sudoccidental:
Contrastando con la amplitud y regularidad de la galería, igualmente excavados
en la roca, comunicados entre sí y con la galería, hay tres sorprendentes
espacios que siguen el trazado del patio.

III. Sala cupuliforme |
El más grande, llamado vestíbulo, en la actualidad tiene una puerta y un
ventano abiertos al patio que, por los motivos expuestos más adelante
consideramos posteriores a la obra original.
La
planta de esta cámara se asemeja a una circunferencia irregular y achatada, que
se amplía con tres pequeños entrantes trapezoidales delimitados por unos gruesos
nervios curvados y ascendentes que componen una esbelta cúpula rematada en un óculo (Lámina III),
asemejando dicha planta a una Cruz de Malta o Patada a la que le falta un
brazo.
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Una puerta abierta en la pared del entrante trapezoidal intermedio permite pasar
a una diminuta estancia cúbica, con las paredes recorridas en su base por un
estrecho resalte en forma de banco (Lámina IV).
La cámara trapezoidal sur es ciega, en cambio, la meridional vuelve a presentar
otra entrada diáfana, ahora para acceder al modesto y tosco pasillo que une le
conjunto descrito -cámara en cúpula y cámara cúbica- con la galería. En el
enlace del corredor con la galería volvemos a encontrar un nuevo umbral de
mármol negro, de una sola pieza, que aún conserva las huellas del anclaje de un
antiguo cierre (Lámina V). Esta puerta se diseñó,
sin duda, para aislar debidamente el espacio de enterramiento propiamente dicho.