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En ella, precisamente, bebía agua y realizaba sus purificaciones la Pitia, mujer sensible utilizada por Apolo para ponerse en contacto con los humanos. Solo dos menciones del mundo griego, entre las numerosas fuentes que hacen referencia a este lugar, donde se pone de manifiesto la unión de las creencias de los griegos y su adaptación al espacio y a las condiciones naturales, que hicieron de la pitonisa de Delfos y sus trances, gracias a las emanaciones de gases, una referencia esencial de todo el mundo griego. Eurípides afirmaba: “…He llegado a esta tierra de Delfos donde Febo (Apolo) canta para los mortales sentado en el ombligo mismo de la tierra y les manifiesta el presente y el futuro…” (Eurípides, Ion). Muchos siglos antes el culto a este dios y su santuario fueron mencionados por Homero: “…Es allí que el señor Apolo decidió construir un templo agradable y dijo estas palabras: Tengo la intención de construir un templo magnífico, oráculo para los hombres, que siempre, para consultarme, conducirán a mis altares perfectas hecatombes. Los que habitan el áspero Peloponeso, como los de Europa y las islas ceñidas de mar, a todos ellos quiero dar a conocer mi voluntad infalible pronunciando mis órdenes en un rico santuario…” (Himno Homérico a Apolo).
Descripciones previas El conjunto arqueológico de Delfos ocupa una serie de terrazas situadas a distintos niveles, en las laderas del Parnaso. En la zona central se encuentra la Fuente Castalia, que en su tiempo estuvo decorada con un muro de mármol. El agua salía por bocas que representaban cabezas de animales esculpidos en bronce. La Fuente Castalia surtía de agua al santuario y en ella bebía y realizaba sus purificaciones la sacerdotisa de Apolo, la Pitia.
Cerca de los vestigios del templo de Atenea, en la terraza Marmariá, se sitúan los huellas de la tholos, templo de planta circular fechado también en el siglo IV a.C. Su alzado se apoyaba en 20 columnas dóricas situadas en la parte exterior, contando con otras 10 columnas jónicas en el interior. Se encuentra reconstruido parcialmente, destacando, puestas en pie, tres de las columnas y parte del entablamento. No se conoce la advocación a la que se rendía culto en este templo. La zona consagrada al santuario de Apolo ocupa la tercera zona aterrazada, la más alta de las tres, situándose más allá de la Fuente Castalia. Alcanza unas dimensiones de 190 por 135 metros y se caracteriza por la fuente pendiente del terreno. En conjunto, existe un desnivel del orden de los 70 metros entre las partes más altas y más bajas del santuario.
Entre esos tesoros destacan, como más importantes, el de los Sifnios (525 a.C.) y el de los Atenienses (490 a.C.). El segundo guardaba las ofrendas de la ciudad de Atenas tras la victoria militar de Maratón. Los escritores antiguos nos han transmitido que la décima parte del botín obtenido en esa batalla fue consagrado al dios Apolo en Delfos como acción de gracias. En la zona más alta del santuario, al final de la Vía Sacra, se levantaba el templo de Apolo, estando protegida toda la zona por un sólido muro construido en aparejo poligonal cuya función era evitar el posible desplome del terreno. Hubo varios templos consagrados a Apolo, en tiempo sucesivos. Los vestigios actualmente existentes corresponden al sexto templo, que se edificó en el siglo IV a.C. con fondos procedentes de una colecta panhelénica. Es un templo períptero, dórico y hexástilo. Contaba con seis columnas en los frentes y quince en sus lados, con unas dimensiones de 60,32 por 28,32 metros. En su pronaos estaban gravadas las sentencias de los Siete Sabios de Grecia: “Conócete a ti mismo, nada en demasía” entre otras.
Las competiciones físicas se realizaban en el estadio, cuya planta se conserva en la zona oeste del conjunto arqueológico. La pista tenía unas dimensiones de 178 por 25,6 metros, contando este edificio con capacidad para 7.000 espectadores. Sus orígenes se remontan al siglo V a.C., siendo ampliado posteriormente por Herodes Ático. En Delfos se encontraba, precisamente, el ónfalo, ombligo del mundo antiguo, situado en el adyton del templo de Apolo y representado por una piedra de mármol recubierta por una decoración que asemeja una red tejida en lana blanca. En Delfos, el centro del mundo clásico, Apolo se ponía en contacto con los hombres para comunicarles sus decisiones sobre la conveniencia o no de realizar determinadas acciones. |
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