Cuando se conquistaron
los primeros territorios fuera de la península, en el 227 a.C. (Córcega
y Sicilia), se crearon dos nuevos pretores, con la misión de administrar
estas dos circunscripciones. Al añadirse las dos nuevas provincias
de Hispania en el 197 a.C., se duplicaron los pretores. La diferencia entre
pretores jurisdiccionales (dos) y pretores provinciales (cuatro), fue
revisada en el momento de gobierno de Sila, que aumenta su número a ocho
y amplia sus competencias en el campo de la justicia.
Cuando habían ejercido
como jueces podían ejercer como propretores, el gobierno de las
provincias.
Ejercer la pretura
era también muy importante, porque daba acceso a un tripe conjunto de
funciones que eran: el mando de una legión como legatus
legionis, el gobierno de una provincia de rango pretoriano
y la prefectura del tesoro (del aerarium
Saturni o del aerarium militari).
Normalmente los
patricios no solían ejercer esta fase y ejercer el consulado desde
la pretura. Los demás senadores debían ejercer uno o dos de estos
puestos, entre los cuales, el gobierno de una provincia, garantizaba el
acceso al consulado.