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Historia de la
investigación
La antigua grandeza de Persépolis era legendaria antes que los griegos la convirtieran en ruinas, pero nadie pudo hacerse idea de su esplendor original hasta principios de los años treinta, cuando los arqueólogos hicieron las primeras excavaciones científicas del lugar. En fechas anteriores muchos viajeros habían quedado maravillados por lo que podían ver de los restos de la ciudad. En el año 1619, un visitante europeo había contado 20 columnas todavía en pie, que en su época soportaban el techo del edificio más impresionante de Persépolis: una gran construcción que los arqueólogos denominan en la actualidad apadana, o sala de audiencias.
"Siento tener que decir que descubrí una nube de iniciales, nombres y fechas de anteriores visitantes, que no puede considerarse una leve lesión de la superficie fina de la piedra." La primera excavación sistemática de Persépolis se inició en el año 1931. El trabajo fue organizado por el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, pero su primer director fue un arqueólogo procedente de la Universidad de Berlín, Ernst Herzfeld, quien había estudiado las ruinas independientemente durante varios años. Con el apoyo del equipo estadounidense, Herzfeld encontró, retirados los escombros del suelo de la apadana, y descubierto por el arquitecto de la expedición, Friedrich Krefter, un orificio cuadrado en la esquina noroeste del piso rocoso y dedujo que los persas, que amaban la simetría, podían haber excavado agujeros similares en las otras tres esquinas del suelo.
"Darío, el Gran Rey, Rey de Reyes, estos son mis dominios, que se extienden desde Escintia, más allá de Sogdiana, hasta Kush; y desde la India hasta Sardes, los cuales me han sido concedidos por Ahuramazda, el más grande de los dioses." La segunda etapa de la excavación puso de manifiesto una serie de problemas del yacimiento. El enorme relieve de una procesión de tributo ceremonial de más de 80 m, a lo largo de las paredes de una doble escalinata situada en el extremo norte de la apadana, al haber estado expuesto, había sufrido el peor de ataques: el del hombre y la naturaleza combinados.
Según se fueron retirando de la escalinata los cascotes y se quitó el polvo de la pared de ladrillo, de 7 m de espesor, de la apadana, aparecieron los grabados los arqueólogos se dieron cuenta que reproducía los relieves de la escalera norte, que estaban deteriorados, pero estos se conservaban en inmejorables condiciones. Estos relieves no solo son una muestra única del arte de la Persia Aqueménida sino que son una fotografía que detiene el tiempo y nos revela los atuendos y es aspecto de las personas que pertenecían a mas de veinte pueblos de la antigüedad. Herzfeld continuó añadiendo nuevos hallazgos. En un edificio denominado sala del trono, se descubrió otro mensaje, en lengua babilónica: "Artajerjes el Rey dice, : Esta casa fue construida por Jerjes el Rey, mi padre... yo, Artajerjes el Rey, la he completado." Este mensaje aclaró la historia constructiva del complejo. Después de tres años como director de la excavación de Persépolis, Herzfeld presentó su dimisión, y fue sustituido por un arqueólogo de la Universidad de Chicago, Erich Schmidt. La estrategia de Schmidt.
Schmidt descubrió también un complejo de varias salas identificado como tesorería. Aunque no contenía los metales preciosos que Alejandro se había llevado en su mayor parte, proporcionó algunos hallazgos de gran valor para arqueólogos e historiadores: utensilios reales domésticos, armas, un escondite de 753 tabletas de arcilla escritas en elamita, así como una sorprenden-te pareja de grandes relieves en piedra , que representan un rey, asistido por su comitiva, concediendo audiencia.
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