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APROXIMACIÓN GEOGRÁFICA AL MUNDO FENICIO. Los griegos llamaron fenicios a los habitantes del país que históricamente se denominó Canaán, y que anteriormente se conocían por cananeos. El nombre de fenicios se deriva de el término, phoinix cuyo significado se asocia con la "púrpura". Posiblemente la palabra "cananeos" tenía el mismo significado, como se atestigua desde el III milenio a.C. En esencia las dos denominaciones son sinónimos referidos a un marco geográfico, histórico y cultural semejante. Como suele suceder, posiblemente, el medio geográfico impulsó a los fenicios a desarrollarse de la forma que lo hicieron. La estructura física de su país hacía necesario la búsqueda de una expansión marítima antes que terrestre.
La costa sirio-palestina o, más concretamente, el Levante, se extiende a lo largo de unas 450 millas desde el golfo de Iskanderun (Alejandreta) hasta la frontera egipcia. Las ciudades fenicias se sitúan en la porción central de esta franja costera desde Antáradus (Tartus), en el norte, hasta Dor, o quizás hasta Jafa. Las cuatro ciudades más importantes eran Aradus (Ruad), que estaba situada en una isla frente a Tartus; Biblos (Jbeil); Sidón y Tiro. Otras eran Maratus (Amrit), Beritus (Beirut), Ecdippa (Aczib) y muchas más, si bien algunas no mayores que pequeños pueblos. A lo largo de esta franja, la cadena del Líbano, que alcanza en algunos puntos 2.700 m o más de altura, se extiende a la costa y aunque las partes bajas de sus faldas son fértiles, no hay posibilidad de ampliarlas, cuando la población crece, la producción es insuficiente para mantener a los habitantes. Por esto, Fenicia nunca pudo vivir ni prosperar con su agricultura, ni convertirse en un país exportador. Su única riqueza era madera, especialmente de cedro, procedente de los bosques del Líbano. Este gran producto natural condujo a la región a muy antiguos contactos con Egipto, donde los árboles eran escasos. La costa levantina tiene gran número de pequeñas bahías flanqueadas por espolones donde los pobladores podían defenderse fácilmente contra un ataque procedente de tierra, y que al mismo tiempo ofrecían buenos fondeaderos a ambos lados para los navíos. Cuando más tarde los fenicios organizaron sus incursiones coloniales, siempre buscaron sitios parecidos, y fundaron colonias en algunos de los mejores emplazamientos geográficos del Mediterráneo, como Cádiz, en España; Valletta, en Malta; Bizerta, en Túnez; Cagliari, en Cerdeña, y Palermo, en Sicilia. Otros de sus establecimientos, como Cartago, Motya (en Sicilia) y los mismos Tiro y Sidón, aunque buenos para pequeños barcos, no proporcionan un puerto adecuado para navíos actuales, mucho más grandes.
Canaán era "la tierra de la púrpura", denominada así por la industria derivada del murex y su aplicación a la tintura de la tela. Su territorio en la costa oriental mediterránea se extendía desde Tell Sukas hasta Gaza. Una franja estrecha paralela al litoral y compartimentada por una sucesión de accidentes geográficos:
La anchura de esta franja costera oscila entre los doce y los cincuenta kilómetros. Interrumpida por formaciones rocosas que parten de la cadena montañosa y alcanzan el mar. Se crean así una serie de valles aluviales. Esta configuración geográfica impide la práctica de una agricultura extensiva. Estos accidentes geográficos imposibilitan la ampliación del territorio. La costa tiene un buen número de pequeñas bahías limitadas por promontorios que sus habitantes utilizaban como defensas naturales contra las incursiones enemigas y eran embarcaderos donde anclar sus naves. Estas características geográficas fueron esenciales para la aparición de una gran zona de bosques que estabilizaron el ciclo climático. Apareció una región con una gran riqueza maderera vecina de Mesopotamia y Egipto donde la presencia de madera es casi inexistente. La madera del Líbano fue una fuente de riqueza. La agricultura intensiva que dependía de las lluvias. Abundantes en invierno disminuyendo en primavera y desapareciendo desde mayo hasta septiembre. En este periodo sólo era posible la irrigación gracias a las aguas procedentes del deshielo. El suelo cultivable, mayoritariamente aluvial, era muy fértil. Las tierras de cultivo que proporcionaban cereales, trigo y cebada, hortalizas y frutales, la vid, el olivo, las higueras, los sicomoros, las palmeras datileras y las granadas. En cuestión de minerales, el cobre del valle de La Bekaa. La sal, a pesca y el murex del cual se obtenía la púrpura completaban los elementos de la economía fenicia, junto al comercio, su principal fuente de riqueza y en la que fueron verdaderos maestros. |