ESCULTURA SUMERIA

Predinástico Antiguo.
En la escultura de este momento el bronce es un material
mucho mas idóneo para crear obras de arte, pues aunque son muy parecidas a
las esculturas de faldellín, tienen mucha más libertad, pudiéndose incluir
algunas novedades, por ejemplo que las manos se separen del pecho, o que
la pierna izquierda se adelante y doble un poco.Estas figuras formaban
parte del mobiliario de los templos y soportaban candelabros y recipientes
de ofrendas.
Paulatinamente la estatuaria sumeria va evolucionando hacia
proporciones más naturales, mostrando imágenes con superficies curvadas,
suavemente fundidas y modeladas, donde las estatuas masculinas presentan
barbas que ya no son escaleras de surcos a bisel, sino que están
compuestas en forma de cascada de mechones ondulados, la cabeza adquiere
forma y expresión, dando a la nariz y a los ojos su verdadero tamaño.
El escultor comienza a dar mayor naturalismo al rostro,
asomando una boca con rasgos amables y risueños.
El torso de la estatua, aunque se conservan los huecos
de las axilas, comienza a hincharse y redondearse, se reduce la
anchura de los hombros y el grosor de los brazos disminuye. El
faldellín comienza a mostrar la lana, aunque las formas del cuerpo
siguen ocultas.
Esta evolución se impone a fin del
Período
Protodinástico, a principios del III m. a. C.,
siendo un ejemplo el gran inventario de Mari, cuya estatua más
importante es la escultura sedente de Ebihil (Inbi-hil)
de 52 cm., que manifiesta un tratamiento muy naturalista y expresivo,
relacionado con la aparición de estas nuevas corrientes que traen un
cambio de estilo con respecto a estatuas anteriores, imponiéndose las
proporciones naturales.
Se presenta con una barba cortada y rizada en mechas
terminadas en bucles que nacen debajo de las orejas. El cuello es
espeso, pero los hombros, la espalda y el pecho no están perfectamente
modelados, así como las manos apretadas sobre éste, y los codos son
moderadamente puntiagudos. |

Estatua de Ebih-Il, dedicada Ishtar |
Otras formas de representación artística son las placas
perforadas que aparecen en el
Dinástico Arcaico II. Normalmente se
presentaban con un orificio central para poder ser fijadas en las paredes
de los templos, y habitualmente su elaboración se llevaba a cabo con
motivo de la inauguración de construcciones religiosas así como de otros
eventos de importancia. Comúnmente solían contar con decoración compuesta
por una serie de relieves dispuestos en diversas bandas o registros,
formando composiciones unitarias.

Placa votiva de Ur-Nanshe de Lagash |
A finales del Dinástico Arcaico II y comienzos
del Arcaico III, las placas modifican su aspecto exterior para
alcanzar su máximo esplendor a finales del Dinástico Arcaico III,
con los ejemplares pertenecientes a la I Dinastía de Lagash
(2675-2350 a. C. aproximadamente), siendo un gran ejemplo la Estela
de Telloh, en donde los detalles no aparecen grabados, sino
modelados.
En esta estela se halla Ur Nanshe cargando un
cesto de barro para moldear el primer ladrillo del nuevo templo que va
a construir. En el extremo inferior derecho celebra la terminación de
su obra, en este lugar también aparece su familia en dos rígidas filas
de figuras, que pueden ser identificados gracias a la aparición de sus
nombres.
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Del fundador de la I Dinastía de Lagash han llegado
cuatro placas que le muestran como constructor de templos, destacando la
que se encuentra en el Louvre (47 X 58 cm.), realizada en caliza y con la
superficie dividida en dos registros.
En el registro superior aparece el rey de pie, portando el
cesto de ladrillos en su cabeza, en la zona inferior está sentado
realizando una libación, por lo que se encuentra con el vaso en la mano.
En ambas, y a menor tamaño aparece su copero, y ante él sus hijos,
incluido Akurgal, el heredero al trono.
El relieve más perfecto del último período Dinástico
Arcaico es la Estela de la Victoria de
Eannatum, sucesor de Akurgal, conocida como la "Estela
de los Buitres", de la que solo quedan siete
fragmentos.
Recoge las campañas de Eannatum de Lagash (2454-2425
a. C.) contra Ush, rey de Umma. Tiene 1,80 m. de alto, con
una forma rectangular aunque en su parte superior es redondeada, y
presenta decoraciones en todas sus caras.
La zona anterior se divide en dos campos
con diversas escenas, en una de ellas el dios
Ningirsu,
hijo de
Enlil,
sostiene en una mano el
Indugud,
mientras que en la otra transporta una red repleta de enemigos
capturados.
La parte posterior cuenta con cuatro registros, y
representa la lucha entre Umma y Lagash, por lo que la obra podría
estar conmemorando la victoria de Eannatum sobre su vecina
Umma. Estas dos ciudades estaban separadas por unos cuarenta
kilómetros aproximadamente, y su enfrentamiento podría estar
produciéndose por problemas de límites territoriales.
En la parte superior aparece Eannatum avanzando
ante las falanges de su infantería, los lanceros están protegidos por
un muro de escuderos, marchan sobre los cuerpos postrados de los
enemigos. A la derecha aparecen buitres y leones devorando a los
cadáveres desnudos. |

Fragmento de la Estela de los Biutres |
Debajo vuelve a aparecer el gobernante con su carro
de guerra seguido por la infantería ligera, parece encontrarse en posición
de estar lanzando un venablo.
La misma o parecida
escena se podría estar repitiendo en la parte inferior, donde la cabeza de
la víctima, probablemente el rey de Umma, mira hacia atrás por encima de
las cabezas desnudas de sus tropas en retirada, pero es golpeada por la
lanza de una figura que se ha perdido.
En la fila más baja aparece Eannatum, aunque solo se
conservan los pies, dirigiendo el funeral por los muertos, que se
encuentran tendidos unos junto a otros. Sus camaradas, con cestos de
tierra sobre sus cabezas, llenan la fosa común, el rey ofrece libaciones a
los dioses en dos vasos de rama, mientras un buey sujeto al suelo es
sacrificado a Ningirsu.
En la cara opuesta, el dios Ningirsu ha capturado a
los hombres de Umma en una red y los ha destruido. La red va cerrada por
un mango con la forma de los emblemas del dios, el águila con cabeza
leonada sobre dos leones, mientras en su mano derecha sostiene una maza.
La figura de la divinidad ocupa dos tercios del tamaño
total de la estela, va seguida por una divinidad más pequeña situada bajo
el águila de cabeza de león, mientras que debajo se encuentra representada
la carroza del dios. Su parte delantera, con el extremo curvo de la vara,
la argolla de las riendas y las alas del águila es visible delante de la
pequeña cabeza de la deidad.
Las decoraciones desempeñaron un papel secundario en la
estela, lo que importaba era la claridad de la narración visual, por lo
que el escultor descuida los bordes de la piedra. Así, las últimas filas
de tropas están simplemente dibujadas en el lado estrecho del bloque, como
si la piedra tuviera la superficie curva del cilindro.
Al finalizar el Dinástico
Arcaico las ciudades sumerias caen en manos de Sargón
de Akkad, que impone la dinastía accadia (2334-2279 a. C.
aproximadamente), siendo el fundador de un gran imperio que pasa
dominar las "Cuatro Partes del Mundo", es decir Sumer, Akkad,
Elam, Subartu y Amurru.
Este imperio es derrocado por un pueblo proveniente de
los montes Zagros, los Gúteos, que gobernó el territorio
durante unos setenta años aproximadamente, para posteriormente ser
expulsados de nuevo por los sumerios, que volverán a contar con una
época final de esplendor, primero con Lagash y posteriormente con Ur,
conocida como el período Neosumerio.
En
esta época aparecen grandes cantidades de esculturas que representan a
los reyes, así como a los personajes más importantes, siendo el
gobernante más reproducido Gudea, del que se poseen más de
treinta estatuas realizadas en diorita y otras piedras duras, teniendo
todas ellas un gran contenido religioso, lo que se evidencia en la
aparición de inscripciones dedicadas a las divinidades.
Las figuras de Gudea representan a un tipo
humano que debió ser común, de labios carnosos y bien delimitados,
brazos doblados en ángulo recto delante del pecho, las manos cogidas
palma con palma, y con largos y finos dedos, sus rasgos acentúan la
forma cilíndrica de la composición.
Se presentan en diversas posturas, sedentes o erguidas,
descubierta la cabeza o con gorro de lana, etc., aunque por regla
general todas tienden a ser muy semejantes.
La utilización de la diorita como
material se podría deber al brillo tan intenso que desprendía en las
zonas iluminadas una vez acabada de pulimentar la escultura, asimismo,
con esta piedra se conseguían figuras macizas.
La
obras
en general estaban esculpidas con gran maestría
y un notable acabado, lo
que denota la combinación de
las antiguas
tradiciones con las técnicas de la escuela acadia. |

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