LA
DOMUS

En torno a este espacio
central, se organizaban el resto de estancias que componían el ámbito
doméstico itálico. Estas, por norma general, eran:
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tablinum: se encontraba en eje casi siempre con las fauces
y al fondo del atrium. Es una habitación totalmente abierta, y
grande, que hacía las veces de sala de recepción, fundamentalmente en el
saludo matinal al patrón, y servía también de despacho del pater
familias, de depósito de los documentos familiares y de comedor;
igualmente era donde se encontraba el tálamo nupcial, o lectus
genialis. Se cerraban con cortinas, celosías o paneles móviles
de madera. Solían tener el suelo algo más elevado y sus tabiques laterales
están encubiertos hacia el atrium mediante pilastras monumentales
que servían para focalizar la vista hacia la estancia principal,
destacando así entre las que se distribuían en torno la espacio central de
la domus.
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- alae:
eran sendos habitáculos polifuncionales, sin ventanas, que se
abrían al atrium en toda su anchura y en origen fueron
alcobas para camas secundarias. Con la evolución de la casa
itálica hacia el modelo puramente romano, estos espacios se
dividieron y cerraron, generando diversas soluciones según los
casos, dando lugar tanto a la aparición de dormitorios, como a
cocinas u otros ámbitos domésticos de menor tamaño.
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cubicula: pequeños espacios que se abrían al pozo
de luz y ventilación que era el atrium, y que fueron
evolucionando hacia dormitorios. |
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Dibujo de reconstrucción
del atrium de la Casa de las Pinturas Teatrales, en la Regio
I, Insula 6, domus 11 de Pompeya. Se puede utilizar como
resumen y compendio de lo que sería un atrium canónico, con la
totalidad de los elementos descritos en el texto anterior: en uno de los
extremos del impluvium se conserva un puteal, en este caso
de cerámica, y, en el opuesto, un cartibulum de mármol, de tabla
circular y sostenido sobre tres patas.
Del
impluvium, que en este caso se halla bordeado por lastras
molduradas de mármol amarillo que enmarcan el fondo del mismo,
decorado con un opus sectile de motivo geométrico
y ornamental, destaca, en este caso, la pérdida de su función
primigenia como receptáculo para contener agua, para pasar a
convertirse en un elemento puramente decorativo. El cierre es
del tipo tuscanicum, como se puede apreciar en la esquina
izquierda, con un recuadro más claro en el suelo, que no es sino
el haz de luz que entra por el hueco del compluvium, que
se ve en la mitad superior del dibujo. |
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En el rincón del
fondo, hay un lararium de madera tipo armario y a la izquierda, se
aprecia el arca. El frontal está ocupado por el tablinum, en
este caso, cerrado con una celosía móvil de madera y enmarcado con dos
pilastras negras. Las restantes puertas que se aprecian conducen, las de
la pared pintada en azul, a sendos cubicula, y la del fondo, a la
derecha del tablinum, conduce a un pasillo que daba paso al
peristylium y a la culina. (Connolly:1987, 24-25).
La culina
no tuvo un lugar definido dentro del ámbito doméstico, ya que en
origen se encontraba en el atrium el hogar donde se
transformaban los alimentos, hogar que no pasó nunca de ser más
allá que un fuego bajo, cuyas emanaciones de humo y hollín son
las que otorgaron tal nombre a la pieza, según Varrón.
Cuando el
atrium varió y diversificó las funciones, como espacio
social de la casa, el fuego tuvo que salir y buscar nueva
ubicación, siendo ésta cualquier habitación de carácter
secundario que pudiera tener una mínima ventana hacia el
exterior, por la cual evacuar los olores procedentes de la
preparación de las viandas (para evitar que se propagaran por el
resto de la vivienda), pero que no estuviera muy lejos del
comedor para que no llegaran fríos los platos a la mesa.
El siguiente
paso que se dio para diferenciar las culinae fue la
creación de un banco de obra adosado en el rincón de dos
paredes, con la superficie superior plana, lograda mediante dos
o tres tegulae, tejas planas utilizadas en el
mundo romano en la cubrición de tejados, a las cuales también
dieron otro tipo de usos.
La meseta de
obra tenía en el frontal un arco de medio punto para contener el
combustible y, en el caso de tener varios, las vasijas empleadas
en la cocina, aunque lo normal era que la batería estuviera
colgada en las paredes que la circundaban. |
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(En
la imagen, la culina de la casa de los hermanos Vetti, Pompeya.
Guadagno-Carafa: 1973, 42; y el dibujo representa la culina de
la fullonica de Stephanus, Regio I, insula 6, nº. 7, en
Pompeya. Connolly:1987, 28). |
El borde de la
superficie del depósito de las ascuas estaba reforzado por imbrices,
tejas curvas, que servían de defensa para evitar quemaduras al cocinero
por el desplazamiento de los rescoldos hacia fuera, y sirvió también para
crear una capa uniforme de brasas y de calor en la que poder cocer los
alimentos a una temperatura más homogénea. En algunas cocinas se incluía
un pequeño horno. La solera de la culina normalmente se realizaba
con un tipo de preparado característico del mundo romano, la denominada
opus signinum (formada por un aglomerado realizado con
fragmentos de ladrillo o teja machacados y unidos con cal, al que se
añadía una parte de aceite, que reaccionaba con la cal saponificándose y
creando una superficie impermeable y fácil de limpiar), aunque también se
han encontrado culinae soladas con un simple preparado de tierra
apisonada, algo menos higiénica, pero totalmente absorbente.
Como último elemento, se puede citar que en muchas culinae se
han encontrado altares dedicados a los Lares, justo encima o muy
cerca del fogón, y que representa el lugar de su culto por parte de los
servidores de la casa. Algo que hoy nos puede parecer raro es que no se
suele encontrar una pila en la que lavar la vajilla ni la batería de
cocina, teniendo que recurrir para tal labor, con toda probabilidad, a
recipientes de gran tamaño, como palanganas o baldes.
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Junto a la culina,
separada por un murete, un tabique o nada, se solía hallar la
latrina, constituida por un asiento de madera, o piedra, con
un orificio en forma de “ojo de cerradura” en la parte superior y una
ranura vertical, continuación de la parte estrecha del agujero de la
superficie, en la zona frontal. Con frecuencia estaban comunicadas con
las cloacas.
(En
la fotografía se recoge parte de las latrinae de la casa del
Busto de Plata, Vaison la Romaine. Fernández Vega: 1999, 209) |
Estas latrinae
domésticas probablemente estuviesen dedicadas al uso del cuerpo de
servicio de la casa, y que los dueños de la misma usarían las que
existían en los establecimientos termales de las ciudades, más
cuidadas estéticamente, centros de reunión casual, en el mundo
clásico, y punto de partida y propagación de rumores, y sólo
recurrirían a las caseras en caso de extrema necesidad.
Además, este último
punto se ve reforzado por la aparición de orinales en los dormitorios
señoriales de algunas casa del área vesubiana.
CONTINUAR
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(y el dibujo es un orinal encontrado
bajo en una cama en las excavaciones de Herculano. Connolly:1987, 35). |
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