LA VIVIENDA EN EL ÁMBITO ROMANO: DOMUS, INSULAE Y VILLAE.

INTRODUCCIÓN:

El modelo clásico de residencia romana unifamiliar fue la domus, cuyo origen fue doble, partiendo tanto de la cabaña latina como de las casas etruscas.

El mundo latino se caracterizó por chozas echas de ramas y barro, con la armadura del techo realizada con troncos, con un puntal central, y techadas con paja y brezo. En un principio fueron circulares, para pasar a ser rectangulares con los lados convexos; eran hogares de un solo espacio, sin divisiones internas, o al menos no quedan restos de tales, constituidos por una planta rehundida, con el suelo de tierra apisonada o guijarros, y el zócalo de los muros realizados con zarzos trenzados y barro, en los que la vida se desarrollaba en la única dependencia polifuncional: servía de cocina, taller, despensa, dormitorio...

Urna Villanoviana

Este tipo de casa está representada en las urnas funerarias del mundo villanoviano (Urna en forma de cabaña de la cultura de Villanova, hacia el 800 a.C. Cornell-Matthews, 1992: 6),y han sido corroboradas gracias a las excavaciones realizadas en el Palatino (Roma), donde ha aparecido la planta de una de estas unidades de habitación, conocida por la tradición como “Casa de Rómulo”: en este caso, la puerta estaba guarecida con un porche soportado por dos postes laterales.

(Planta de la “Casa de Rómulo”, y reconstrucción del alzado, siglo IX a.C. Coarelli: 139).

La otra gran influencia que el mundo latino tuvo a la hora de crear algo tan romano como la domus fue la casa etrusca, cuyo desarrollo parte de las cabañas del siglo VII a.C., cuando se generalizaron las plantas cuadrangulares, con una construcción más sólida, levantando muros de adobe sobre zócalos de piedra, y se sustituyeron los techados de ramaje y barro por los tejados de tejas, bien de arcilla cocida o bien realizadas con losas de piedra; otra innovación básica fue el inicio de la división interna, generando dos espacios diferenciados: uno, el más exterior, se dedicó al quehacer diario, y el más interno, constituyó el dormitorio.

A finales del siglo VII a.C., se avanza de nuevo en la evolución de la casa etrusca con la aparición de nuevas estancias a ambos lados de la entrada, y otro par a los lados del dormitorio nacido anteriormente. (En la imagen, planta de una casa de la insula 1 de la Regio IV de la ciudad etrusca de Marzabotto, fines del siglo VI a.C., en la que se aprecian las habitaciones que se abren a los lados del dormitorio central del fondo, así como las de la zona delantera, a ambos lados del pasillo de entrada. Bajo éste corre un canal de desagüe (A) del agua procedente del patio central en el cual hay un pozo (B), con un aliviadero hacia otro reguero lateral que recorre el espacio entre los muros de dos casas vecinas. Sassatelli: 55). 

Planta de una insula

En el siglo VI a.C. se abrieron nuevas habitaciones en torno al espacio central, que se fue delimitando con la lenta evolución, teniéndose que realizar una apertura en el tejado para abrir una vía de luz y ventilación, dando lugar a lo que se conoce como atrium. De aquí evolucionó la casa itálica, nuestra domus.

Para estudiar el desarrollo de los tipos domésticos en la cultura romana hay que referirse incuestionablemente a Pompeya, y las demás ciudades sepultadas, en el caso de las domus y las villae, y a Ostia, en el caso de las insulae, o casa de alquiler, ya que Roma conserva muy pocos restos de estas unidades de habitación debido al desarrollo que como núcleo urbano ha tenido, destacando los de la Via Biberatica (en los mercados de Trajano), los de las escaleras del Ara Coeli, los hallados las laderas del Palatino, las ruinas de la Via dei Cerchi y las de la Galería de Piazza Colonna.

Sin embargo, contamos con un elemento esencial, la Forma Urbis Marmórea, conocida simplemente como la Forma Urbis, que se encontraba expuesta en la Biblioteca del Foro de la Paz, y que no es más que la plasmación sobre una inmensa placa de mármol de un plano detallado de la ciudad de Roma, mandado levantar por Septimio Severo en el siglo III d. C. (hacia el año 200), en el que se recogieron los diferentes edificios singulares (templos, termas, mercados, edificios lúdicos, etc) así como las diferentes tipologías de domicilios de los romanos, es decir domus e insulae, sabiendo que el número de las primeras era de 1.797 y que las segundas alcanzaban la cifra de 46.602.

Forma Urbis Marmórea

(En este fragmento se pueden apreciar tres domus, en la zona de la izquierda, cada una con un tipo de atrium distinto, no así el peristylium, muy similar en los tres casos.

Los edificios que las circundan pueden ser zonas comerciales, a excepción del que está a la izquierda de la última domus, que por la planta podría ser una casa de inquilinos. Adam: 1990, 330)

Una última consideración antes de entrar a describir con detalle cada uno de los tres tipos de vivienda: la propiedad y posesión de una domus, y/o una villa, era el reflejo simbólico de una riqueza fundiaria, riqueza tradicional basada en la tenencia y explotación de la tierra, y que sus habitantes formaban un conjunto familiar asociado a ese edificio por generaciones. En cambio, la posesión de las viviendas de una insula estaba temporalmente en manos de los inquilinos, ya que la mayor parte de las veces la propiedad de esos edificios inseguros e incómodos la ostentaba la gente que vivía en el reducto seguro y cómodo de una domus. Aunque posiblemente esto no fue así siempre, como se verá más adelante en un caso concreto de Ostia.

   

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