![]()
|
|
SARA Y EL VIENTO CANTARÍN María Begoña del Casal
La entrada produjo un revuelo de admiración que terminó en aplausos y vítores. Marcos, el padre del novio, se levantó de su asiento y tomó de la mano a Ruth para conducirla hasta la presidencia. Antes de que ella se sentara en el lugar de honor, debajo del palio, la presentó con orgullo a toda la concurrencia. Las niñas tenía reservado, para ellas solas, un sitio muy cercano al de la novia. Todos se sentaban en cojines y había flores por todas partes. Sara pensaba comer de aquel cordero asado que olía tan rico, pero no.
Marcos presentó a los nuevos invitados como sus familiares de Nazaret y las niñas buscaron entre ellos al jovencito “impresionante” que estaba esperando, pero no encontraron a ninguno, porque todos representaban alrededor de los treinta años.
- ¡Calla! No digas esas cosas. ¡Yo no quiero casarme con nadie, todavía soy una niña! Lo que pasa es que Él es diferente a todos hombres que conozco. ¿Es que no le has mirado a los ojos? - Oye, tienes razón –reconoció Séfora, después de observarle atentamente.
-Pero si parecen de la misma edad –comentó Sara con extrañeza. -¡Claro! Ella lo tuvo a los doce o catorce años. -¡Ah! Tienes razón. La pareja de novios volvió a la sala y los invitados batieron palmas, les dedicaron preciosas palabras de salutación y les tiraron a los pies piñones, almendras, pistachos, otros frutos secos y granos de cebada y trigo. Desde que saliera de su casa, Ruth, aparecía delante de todos con la cara descubierta por primera vez. Ella y su marido resplandecían de felicidad, y cuando volvieron a sentarse, las madres de ambos abrieron un frasco de perfume y lo vaciaron sobre los pies de la pareja, coreadas por un jolgorio general. Los criados volvieron a traer vino, pero no repartieron hasta que no lo hubo probado el padre de Daniel. Bebió un trago, asintió con un gesto, terminando la copa de un trago. Luego lo probó el padre de Ruth y lanzó una exclamación de agrado antes de preguntar a su consuegro: -¿Por qué has reservado el mejor vino para el final, cuando casi todos los invitados están medio borrachos y no podrán distinguir su calidad? -No lo comentes por ahí porque me desprestigiaría, pero es que había calculado mal y el vino se estaba agotando. Éste que bebes, antes era agua, pero al enterarse Jesús, el carpintero de Nazaret, para evitar mi vergüenza delante de los invitados, ha metido sus manos en las tinajas de agua y, al sacarlas, el agua se ha transformado en el vino que has bebido. No me preguntes cómo lo ha conseguido, porque ni yo mismo acabo de creérmelo. Diría que es un milagro... (pincha aquí).
En el exterior se respiraba muy bien. Pasearon un momento agarradas de la mano, porque Sara se tambaleaba, pero Séfora sentía mucha curiosidad por ver si ya habían servido el aromático cordero y se apartó de Sara para encaramarse a una ventana y atisbar en el interior de la casa. Para no caer al suelo, Sara se apoyaba en una pared cuando sintió en la cara un agradable golpe de viento, a la vez que una música conocida tapaba todos los ruidos procedentes de la sala de celebración. -Ya nos vamos a tu casa, Sara. Espero que lo hayas pasado muy bien –dijo la canción del Viento. - Sí, Viento Cantarín. Ha sido todo precioso. Muchas Gracias –murmuró la niña, adormilada. - ¡Qué bien! Ya me llamas como mis amigos –exclamó el Viento, encantado, y la rodeó con su mágica fuerza para llevarla volando hasta su casa. -¡¡Sara!! ¿Estás ahí? –preguntó Emi, mientras cerraba la puerta-. Entre el ventarrón y las primeras gotas que están cayendo: ¡vaya tardecita de perros! Menos mal que la farmacia está a la vuelta y no he tardado casi nada... Y en aquel momento, Sara dudó de si su aventura en la boda judía había sido real o un simple sueño, pero la mesa de estudio la tenía llena de pétalos de rosa, la boca le sabía a vino, tenía hipo y en su corazón seguían clavados los ojos del Carpintero de Nazaret, que miraban como, ni antes ni después de Él, había mirado ningún hombre. Durante los pocos días que le faltaban para recibir su Primera Comunión, Sara deseaba algo más profundo que los regalos y el precioso traje blanco que iba a vestir. La niña estaba impaciente por que llegara el día de volver a sentirse cerca de Jesús de Nazaret, de tenerle en su pecho, pues sabía que Él estaba presente en todos los banquetes eucarísticos. ------------ E.- El primer milagro que realizó Jesús tuvo lugar en Caná, con motivo de la boda de un familiar. Y fue allí donde convirtió el agua en vino, como relata el Evangelio según San Juan.
|