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ARTURO DE BRETAÑA LOS MITOS CELTAS DE UNA LEYENDA

Fuentes (Continuación)

El tercer gran trabajo es el libro de John Steinbeck " Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros ", obra inacabada, basada en la obra clásica de Mallory, dividida en siete historias de la vida del rey Arturo que informan sobre los personajes mas destacados:

  • Merlin.

  • El caballero de las dos espadas.

  • Las bodas del rev Arturo

  • La Muerte de Merlín.

  • Morgana

  • Galvan, Yvafn y Morholt

  • La noble historia de Lanzarote del Lago.

Las historias de la tabla redonda perduran en el tiempo y tienen la suficiente grandeza como para confeccionar un ciclo a parte de las historias celtas, aunque las unifica con una serie de mitos adquiridos durante la Edad Media procedentes del mundo greco latino y judeo cristiano. Llevar la documentación medieval al análisis histórico platea problemas, buena parte de esta documentación sobre los orígenes ingleses, tanto si se la encuentra en la misma Gran Bretana como en el exterior, presenta una forma épica o mítica manifiesta:

  • Las primeras etapas de la colonizaci6n de Kent se han convertido en un drama de tres personajes: el rey bretón Vortigern v los sajones Hengist y Horsa

  • Los orígenes de Wessex se han convertido en la historia de Cerdic y de Port.

  • La derrota final de los bretones se oculta tras la heroica historia del rey Arturo.

Y, desde su observatorio oriental, el historiador de Justiniano, Procopio de Cesarea, en su Guerra de los godos, mezcla los destinos de Gran Bretaña (que desdobla, además, en dos islas, Brittia y Brittania) y las leyendas poéticas del más allá que la tradición antigua relacionaba con las islas de los Bienaventurados. La actitud de los historiadores de hace un par de generaciones ante todos estos textos era categórica: no existía en ellos más que una vergonzosa confusión en la cual la ignorancia más crasa y la imaginación menos sana se disputaban la palma 1

Desde entonces, ha surgido una prudente reacción. No niega ni las equivocaciones, ni las leyendas etimológicas, ni el deseo de personificar en un héroe la historia de todo un pueblo. Pero presta un crédito bastante grande a las indicaciones cronológicas y topográficas de la Crónica anglosajona.

La historia de los orígenes de Dent, tal como la reconstruyen, por ejemplo, J. N. L. Myres, a partir de datos arqueológicos o K. Jackson, principalmente a base de los documentos lingüísticos, da cabida gustosamente en la actualidad al menos a titulo de símbolo bien escogido, a la anécdota de Vortigem, Hengist y Horsa. Algunos, como T. C. Lethbridge y C. F. C. Hawkes van incluso más lejos y restituyen a estos héroes la realidad histórica de que se les quiso despojar.

Bretaña en el 400 d.C.

Cerdic ha tenido menos suerte: su genealogía angla, su nombre galo, su tropa juta, todo ello en los orígenes de un reino sajón, le han valido un descrédito unánime, tanto más cuanto que la arqueología ha demostrado que su pretendida zona de desembarco, cerca de Southampton, había continuado siendo bretona durante al menos medio siglo después de la fecha dada para su llegada.

Casco procedente del enterramiento  de Sutton Hoo

Arturo aparece demasiado tarde para encontrar defensores; pero se reconoce que su epopeya representa, como sugería ya Collingwood, una visión sintética no demasiado inexacta de los acontecimientos que Gildas sitúa en torno a Ambrosio Aureliano.

 Y en el texto de Procopio se descubren bastantes elementos validos: el papel que se atribuye a los frisios, los métodos de combate (a pie) y de navegación (a remo) de los anglosajones, las relaciones entre los anglos y los varinos, etc.; el desdoblamiento de Bretaña se explicaría por la dualidad de los itinerarios de Bizancio hacia el Noroeste (por la Galia y por la España atlántica), y la mayor parte de sus equivocaciones prevendrían de la tradición antigua.

Sin embargo, no debemos perder la esperanza de que la investigación histórica vuelva dentro de poco a favorecer relativamente, por uno de esos cambios que le son habituales, las tesis de Lot. Hasta el siglo XX, la imagen que se forjaron los historiadores de los orígenes ingleses continuo siendo la propuesta por Beda a principios del siglo VIII. Bajo la influencia de lo que comprobó en su época, Beda se representaba la Inglaterra primitiva como constituida por reinos homogéneos y yuxtapuestos, cada uno de ellos nacido de la inmigración de un grupo étnico coherente: aquí los sajones, allá los anglos, acullá los jutos. La investigación contemporánea se aleja cada vez más de ese posición simplista: admite que la unidad étnica relativa que existía en los siglos VI y VII no es un dato primario, proporcionado por la migración, sino fruto de la partición geográfica de los territorios bretones entre los conquistadores y de las necesidades militar y económicas que resultaron de ello. Por tanto, seria inútil buscar en el continente el origen preciso de cada pueblo de las listas de Beda; todos surgieron de reagrupamientos posteriores a la migración.

Esta nueva posición es ventajosa. Explica la unidad presentada por el viejo inglés, pese a la diversidad de los orígenes alegados por Beda, y ello desde el principio de la era literaria: ningún clan estuvo lo bastante aislado después de su desembarco como para conservar largo tiempo su originalidad dialectal; por fuerza debió de nacer rápidamente una lengua común. Esto explica la mutación que en Inglaterra convirtió a los viejos sajones continentales, pueblo el mas "republicano" entre todos los germanos, en súbditos de una serie de dinastías (que invocaban claramente a Woden, el dios de la guerra, como su autor). Y sobretodo aproxima en cierto modo la historia anglosajona a la de los germanos continentales más próximos, los francos; en efecto, ya subrayamos que todos los elementos esenciales de la civilización arranca de la era merovingia fueron elaborados después del paso del Rin, entre ellos las agrupaciones políticas. Aún se puede esperar que la arqueología aclare muchas cosas que no explican los textos sobre los orígenes de los reinos anglosajones.

En los últimos 25 años dos excavaciones excepcionales aumentan considerablemente nuestros conocimientos:

  • la de la tumba en forma de barco de Sutton Hoo, en Suffolk (1939), realizada por R. L. S. Bruce- Mitford, que ha reavivado mucho la historia de la dinastía real de Anglia Oriental.

  •  la del palacio de Yeavering, en Northumberland (1958-1957), efectuada por B. Hope-Taylor, que ha aclarado la fase final de la época pagana de Bemicia.

Parte del ajuar procedente del enterramiento  de Sutton Hoo

 

 La historia de Geoffrey, considerada como materia prima de verdadera historia, ha conseguido sobrevivir con mejor fortuna y a pesar de todas las desventajas. Incluso si las fábulas de Brut ya no eran tomadas en serio a mediados del siglo dieciséis, algo se pudo salvar de ellas. El mismo Polydoro Virgilio, el más fiero de sus críticos, pensaba que Stonehenge era realmente la tumba de Aurelius Ambrosius: "un verdadero sepulcro a  manera de corona de grandes piedras cuadradas, en el lugar mismo donde recibió, luchando, el golpe fatal"

 

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1 El gran medievalista francés Ferdinand Lot marca el punto de esta tendencia critica: tuvo un trabajo fácil al denunciar las debilidades de todas nuestras fuentes: cronología extraña (de cuatro en cuatro años o de ocho en ocho) de la Crónica anglosajona; nombres improbables de Hengist y de Morsa (semental y caballo), e incluso de Vortigern (que no seria más que una retraduccion gala de una expresión latina tomada erróneamente por un nombre propio); Port, o sea, "el Pireo tomado por un hombre" (su nombre se debería a una falsa etimología de Portsmouth ); la Historia Brittonum, responsable de buena parte de estos mitos (entre ellos el de Arturo), es cuna novela que solo data del siglo IX, y Gildas, su mejor fuente esta "llena de equivocaciones monstruosas"; Procopio, por ultimo, solo considero el noroeste de Europa como un "país de quimeras". MUSSET, L., Las invasiones: Oleadas germánicas, 1.982 Barcelona.

 

 

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