Los centros de
poder micénicos son opuestos a los minoicos. Quizá
mediatizados por la orografía del territorio continental.
Existen una serie de elementos que configuraran una arquitectura
y un urbanismo nuevo. En realidad en su concepción
arquitectónica es donde reside la mayor diferencia con el mundo
minoico ya que responde a unos criterios sociales diferentes y
un modo de vida completamente diferente.
Mientras que las ciudades minocas eran abiertas y sus
constructores apostaron por los valores ornamentales y
decorativos, los aqueos se identificaron con los núcleos
cerrados por impresionantes murallas.
Mientras los minoicos estructuran su arquitectura en un
eje axial, los micénicos prefieren una
distribución perimetral, donde los grandes muros de
paramento ciclópeo rodean la ciudad. |

Parte del
lienzo de la muralla de Tirinto |
Los micénicos optaron por
cerros de fácil defensa para localizar sus emplazamientos, rodeados de
valles fértiles.La
parte alta de sus ciudades estaba dominada por el palacio del rey, el
wanax. A este recinto se accedía por una serie de escaleras y un
sofisticado sistema de rampas que conducían a las entradas principales y
secundarias que ponían en contacto almacenes, talleres, archivos y otra
serie de edificios.

Detalle
de paramento ciclópeo, Micenas |
Muchos de sus
elementos arquitectónicos tuvieron ascendiente minoico como la columna, el
revestimiento de los muros de mampostería, con paramentos estucados y
pintados al fresco, cuya técnica era minoica pero los temas fueron de gusto
micénicos. Los suelos de sus edificios eran de grandes losas de piedra o de
tierra batida, y junto a las habitaciones privadas se anexaron estancias con
baños y servicios.
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La mayor parte
de las fortalezas micénicas estuvieron rodeadas de
potentes bastiones, realizados en piedra de gran tamaño
(monolitos de entre 3 y 4 m de altura y entre 10 y 25 toneladas
de peso), clasificados como ciclópeos.
Las acrópolis
Hacia el año
1380 asistimos a la formación de los centros de poder micénico,
para sus emplazamientos eligen suaves colinas donde situaran
ciudades fortificadas, rodeadas por casas particulares y otra
serie de edificios situados en las laderas de las colinas.
Estas acrópolis fortificadas dan un aspecto de castillo a las
ciudades micénicas.
La
arquitectura palacial micénica potencia su diferencia se pone en
comparación con la minoica, cuyos palacios son abiertos,
multidireccionales con una serie de amalgama de sectores
independientes, el palacio micénico es unidireccional,
cerrado, expresión arquitectónica de la poderosa autoridad que
encerraba su módulo interno, centro del poder político, militar
y religioso.
Una visión
rápida de las planimetrías de las ciudades micénicas, habla
claramente, de una distribución urbanística jerarquizada, con
una ordenación perimetral en la cual todos los edificios se
subordinan a un edificio central: el megaron.
El megaron:
¿la arquitectura modular micénica?
Este módulo
arquitectónico define la personalidad de la arquitectura
micénica, es la sede del poder de una sociedad muy jerarquizada.
Se trata de una
estancia cerrada, de planta rectangular, precedida de un doble pórtico, en
el exterior abierto a un patrio que subraya su monumentalidad y enfatiza la
fachada.
La estancia principal
del megaron, que suele disponer de dos plantas,
suele ser una gran habitación, que presenta un
hogar, generalmente circular, en le centro, rodeado por
cuatro columnas que soportan el techo, en el que se
abría un lucernario para permitir la entrada de luz y la
salida de humos del hogar.
En la pared derecha
de esta gran sala se situaba el trono, adosado al muro y
frente al hogar.
La funcionalidad de
esta sala como lugar de reunión, no parece provocar
ninguna duda. |

Planta del
megaron de Micenas |
El megaron
hunde sus raíces en el Neolítico de la Grecia Continental,
siendo de origen continental y no influenciado por el mundo
minoico, aunque use materiales y decoración de esta
arquitectura. Uno de los ejemplos mas antiguos se encuentra en
el yacimiento de Sesklo, que presenta una a problemática
muralla, que rodeaba, a modo de defensa a una estructura central
que responde al bloque típico de megarón, está en discusión,
debido a la revisión actual de la cronología interna del
yacimiento.
Aunque se admite la
independencia de prototipos minoicos se emplearon elementos cretenses como
la columna de madera enlucida y sobre basa de piedra.
Sin embargo la planta
del edificio es puramente micénica, podríamos definirla
como una planta de proporciones normalizadas, donde
varían los tamaños, pero la longitud y la anchura
guardan una relación, prácticamente, constante, de forma
que no debe ser muy ancho, ni muy alargado y estrecho.
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Reconstrucción hipotética de la sala principal del
megaron del palacio de Pylos |
Esta relación de
proporcionalidad aparece en otras polimetrías micénicas, por lo cual nos
estaríamos enfrentando a una verdadera arquitectura modular.
La disposición
que presenta el megaron, su espacio compuesto de un vestíbulo
precedido por un par de columnas, antecámara y sala principal es
un componente esencial de la arquitectura micénica.
Siempre se ha identificado esta estructura con el poder, la
residencia de los príncipes y de los héroes de los poemas
homéricos, pero Homero, también utiliza el término megaron para
describir algunos santuarios subterráneos consagrados a
divinidades ctónicas. Esta funcionalidad lleva a algunos
historiadores del arte a ver una secuencia, una continuidad
estructural entre el megaron y la planta del naos del templo
griego clásico. En oposición a esta interpretación aparece la
tesis del silencio material de la etapa oscura que cuestiona
cualquier continuidad entre la sala del palacio y la cella del
templo.
Los nuevos
edificios que surgen después de la Edad Oscura presentan
un elemento absidal que no existía en los megaron micénicos,
interpretados como miradores, en esencia pórticos periféricos
que anuncian la llegada de las columnatas perípteras, una de las
principales características de la arquitectura griega
Las
fortificaciones: una arquitectura militar
Los antiguos
griegos pensaban que las murallas de las ciudades micénicas
fueron construidas por los cíclopes. A finales de la cultura
micénica, en torno al siglo XIII a.C., debido a diferentes
motivos, no específicos, pero en los cuales el factor miedo
aparece como principal, lleva al refuerzo de las murallas, estas
adquieren esa característica ciclópea. En varias ciudades se
fortifican las acrópolis, las entradas y se refuerzan los
accesos a fuentes de agua, entre ellas los depósitos y
cisternas. Según Pausanias refieriendose a Tirinto: “
La muralla es lo único que de las ruinas
quedan, es obra de los cíclopes y esta hecha de piedras sin
labrar, de un tamaño tal que no podría remover de su sitio, ni
la mas pequeña, una pareja de mulos. Entonces intercalaron
pequeñas piedras para encajar entre si las piedras grandes”
Para sentirse
seguros los reyes micénicos construyeron poderosos
recintos amurallados con lienzos de murallas enormes y
puertas monumentales. Esta arquitectura monumental tuvo su
apogeo en el siglo XIII a.C., donde las murallas ciclópeas
presentaban un aparejo poligonal de grandes proporciones, cuyo
mejor ejemplo es Micenas. |