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Otro componente que se perdió durante este convulso periodo fue la arquitectura monumental. Los palacios construidos por minoicos y micénicos eran edificaciones de piedra gigantescas que proporcionaron grandes espacios de almacenaje, abrigo, y protección para miles de personas. Los templos colosales, los monumentos, los lugares públicos y otros elementos arquitectónicos desaparecieron o se olvidó la técnica de su construcción.
Los denominados órdenes griegos clásicos: dórico y jónico aparecen a finales de este periodo, obviamos el corinto, que en la antigüedad se contempló como una modalidad del jónico más decorada. Como la estética y el gusto se escapan o se dispersan en multitud de factores, subjetivos más que objetivos, nos podemos acercar desde el punto de vista técnico. Al analizar esos órdenes, se puede precisar que hasta época romana en Grecia hubo dos órdenes: el dórico y el jónico. El denominado corintio es una variación del jónico, modificado con un nuevo capitel. Los primeros templos griegos eran edificios pequeños, sencillos, constructivamente hablando. Presentaban una habitación rectangular o absidal, con un hogar central o un pozo de sacrificios.
No son más hermosos por presentar mayores proporciones o decoración, la belleza de los templos griegos se escapa a muchos de nuestros conceptos, simplemente son hermosos, los especialistas en estéticas afirman que su perfección se deriva de las proporciones, o de la continuidad de sus espacios, o la homogeneidad de sus estructuras, y se comienza a definir estas características con calificaciones como euritmia, eufrosine, elegancia, sobriedad… pero en esencia lo importante es belleza y esta se escapa a una definición racional. Los primeros modelos de templos aparecerán en el continente griego.
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